miércoles, 18 de noviembre de 2009

100.- No es perro*
No habían pasado ni dos horas, ¿te lo puedes creer? Es para volverse loco. La muy… (tranquilo, no usaré este lenguaje) se quedó con mis cosas. No me llamó para decirme: “me quedo con esto y con esto otro”, ¿comprendes? Pero no hizo nada para hacérmelas llegar o para que yo supiera que no iba a recuperarlas. Simplemente no volvió a ponerse en contacto conmigo… Yo he dado todo por esa mujer, Ramón, ¿y qué recibo a cambio? Un portazo. Y nada más. Se acabó y punto… Lo sé. Sé lo que vas a decirme: que no te cuento nada que no sepas; que la vida es así… Vete al cuerno, entonces, Ramón. ¡Al cuerno!... No, espera. No te vayas, tío. Ya me conoces. Hablo por hablar. No muerdo, Ramón, amigo. Me gusta ladrar, ¿que no? Pero no muerdo, coño. Ponme otra… No me mires así, joder.

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