miércoles, 18 de noviembre de 2009

110.- Esperanza
¿Cuántas casualidades suman un destino? meditaba absorta Esperanza. El rubicón era el nuevo escenario; Santander, la tercera ciudad y las 11 de la noche, la hora señalada en la que volvía a aparecer otra vez aquel chico. Sonaba su canción favorita y él se encontraba al fondo de la barra, con medio vaso de cerveza y barba de varios días. ¿Cuantas probabilidades existían de que la suerte fuese la explicación más razonable?. Quizás era momento de insinuarse. Parecía demasiado tímido para un ataque final. De repente observó al hombre girarse hacia su lado, sonriendo, como si hubiera divisado a lo lejos a su alma gemela. Esperanza se atusó el pelo, humedeció suavemente sus labios y sintió un cálido rubor en las mejillas.
…Y de la nada surgió otra mujer. Ella lo abrazó. El la besó. Esperanza se quedó ahí, inmóvil, esperando.

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