jueves, 19 de noviembre de 2009

148.- Pensamientos de barra
La puerta se cerró y el silencio se consolidó en la pieza paulatinamente. María encendió un cigarro y se volvió a recostar en la cama. Por la pieza correteaba sin sentido una brisa con olor a bungavillas que se arremolinaba entre sus senos y silbaba olvidadas melodías en aquellas zonas de la geografía de su cuerpo donde aun habitaba cierto atisbo lascivo de humedad. En la lejanía se escuchó la bocina de un barco y la noche pareció sumirse en un adormecer de olas. Expulsó una nube de humo en dirección a la ventana y se entretuvo unos segundos estudiando la trayectoria del humo sometido al devenir de la corriente de bungavillas mientras una voz femenina como de gramófono cantaba en Francés. Vaya uno a saber que cosas estaría diciendo aquel gorrión chauvinista, pero lo cierto es que a María se le presentó subrepticiamente una sensación de libertad y se imaginó a si misma corriendo por un trigal con el corsé desabrochado y enarbolando la bandera francesa.

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