Aquella mañana la empresa despidió a dos inmigrantes ilegales y nadie entendió que defenderles alejaría el riesgo de irnos todos al paro.
Al pasar por la calle Del Sol reconcomiéndome camino de casa entré a tomar un vaso en el sitio de siempre y me ha envuelto una canción de Jacques Brel acompañada de guitarra.
El vino desprende su profundidad rodándolo por la boca y al bajar acaricia generoso mi garganta.
Detrás del mostrador un mural representa el legado de François Villon, y una paloma echa a volar llevándome en sus alas.
Desde el fondo del local viene a ratos el ladrido de un perro noble, recordándome que hace años tenía dos podencos y recorríamos juntos el monte hasta la puesta del sol.
Presto atención y oigo “Ne me quitte pas” enarbolado como una pancarta.
Pido otro vino. El que canta derrotado es uno de los despedidos esta mañana.
Al pasar por la calle Del Sol reconcomiéndome camino de casa entré a tomar un vaso en el sitio de siempre y me ha envuelto una canción de Jacques Brel acompañada de guitarra.
El vino desprende su profundidad rodándolo por la boca y al bajar acaricia generoso mi garganta.
Detrás del mostrador un mural representa el legado de François Villon, y una paloma echa a volar llevándome en sus alas.
Desde el fondo del local viene a ratos el ladrido de un perro noble, recordándome que hace años tenía dos podencos y recorríamos juntos el monte hasta la puesta del sol.
Presto atención y oigo “Ne me quitte pas” enarbolado como una pancarta.
Pido otro vino. El que canta derrotado es uno de los despedidos esta mañana.
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