jueves, 19 de noviembre de 2009

153.- El joven del bar
Mire a mí alrededor. Aquel bar, encerraba almas que experimentaban todo tipo de sentimientos. Alegría, pena, odio, nostalgia…y tantos otros se veían reflejados en las caras de los clientes. El camarero, siempre sonriente, servía las bebidas acompañadas de unas palomitas saladas que tenían una pizca de pimienta. Justo a mi lado, en la barra, había un joven con aspecto desaliñado. En su cara no se reflejaba emoción alguna e intermitentemente bebía de un baso que sostenía en la mano. Entrecerré los ojos y le inspeccione. Parecía triste. Ojeras se veían bajo sus ojos y una palidez sorprendente adornaba sus mejillas. Sus ojos grises reflejaban un gran dolor. Alzo su bello rostro y mirando al camarero dijo “gracias por la bebida” y sin más se marcho. El camarero, mientras recogía el baso del joven, suspiró y se volvió hacia mi. “Acaba de perder a su amigo” explicó mirándome “un accidente, pobre chico” y moviendo la cabeza volvió a su trabajo.
Reflexioné. La vida estaba llena de misterios. Como si a ratos un Sol brillante lo iluminara todo y al siguiente, llegaran unas enormes nubes negras y lo ocultaran para desorientar. Suspire. La vida. Un camino. El Sol…Las nubes. Mire nuevamente por donde había desaparecido el joven y supe, que aun que él no se diera cuenta, la huella que dejó en el bar, se quedaría hay como una marca invisible, que no se ve, pero se siente.

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