miércoles, 18 de noviembre de 2009

117.- SOLO
“Un solo, por favor”. Sonreí ante mi desfachatez. Me entraron unas ganas terribles de pedir unas tostadas. Preferí contemplar mi café aislado del mundo culinario frente a la vitrina con reposterías que lo miraban envidiosas. Personas vacías, dormidas en su bullicio.
Al final de la barra, alguien con un café, sin azúcar ni cucharilla. Le sonreí cómplice cuando me miró. Sonrió y se volvió hacia su café.
A partir de aquel café diferencié los olores, oí a las personas, vi gentes que parecían conocidas, volví a hablar y a escuchar. Aquella persona abrió mi mundo de frustraciones a otro que podía ser posible. Seguía solo, muy solo, más que antes de descubrirla, pero un atisbo de esperanza me pedía compartir aquella soledad que era toda mi vida.
Volví al local buscando a esa persona en todo momento, hasta que una tarde, volvimos a encontrarnos, a sonreírnos y nos acercamos.

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