jueves, 19 de noviembre de 2009

147.- KAFOUNTINE
Existe una famosa canción que narra cómo un toro se enamoró de la luna. Todo el mundo la conoce. Yo, en cambio, deseo hablaros de una vaca con nombre propio, Kafountine, quien desde que fuera una ternera se enamoró del mar, ese ente azul capaz de embestir con la fuerza de mil bueyes, igual de bravo que mil toros de lidia en cualquier día tormentoso. A Kafountine le hubiera gustado acercarse hasta sus aguas, pero siempre había una valla o una empalizada que se lo impedía. Pero observa el mar desde lejos, sus olas lamiendo la playa de la costa, embistiendo con cuernos transparentes las porosas rocas negras de los acantilados. Todos los días Kafountine lo mira anhelante, mientras lamenta no poder acercarse hasta la orilla ni siquiera para saludar. Entonces lágrimas saladas recorren las bolsas de los ojos de Kafountine. ¿Quién dice que una vaca no puede llorar?

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