miércoles, 18 de noviembre de 2009

132.- AGUA PASADA.
No existo. Pero aparezco aquí en las noches silenciosas, cuando en la barra ya sólo queda él. Tiene los brazos caídos y la vista baja. Ha bebido lo justo para recordarme. Me llama Eva, pero es que hace ya mucho tiempo. Solía llevarme al cine y le costó tres películas conseguirme un beso. Yo usaba jabón de lavanda y llevaba vestidos claros que se traslucían al sol. Todo en mí le gustaba. Una vez hablamos de viajar lejos y juramos hacerlo, pero al día siguiente llovía y ya no volvimos a jurar nada.
El hombre se gira y me aparezco a él, muerta. Las flores que me regaló entonces, ahora parecen ofrendas de lápida. Hace ya treinta años y soy fantasma de su memoria. Pero volverá a verme cualquier noche de estas, cuando afuera esté lloviendo y el vino le huela a lavanda.

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