jueves, 19 de noviembre de 2009

183.- CALLE DEL SOL
Se llamaba calle del Sol pero allí nunca amanecía. Era un raro fenómeno que maravillaba a los extraños pero que los vecinos asumían con aparente normalidad. Entrar a la calle del Sol era como pasear por un túnel en el que siempre se podían ver las estrellas. Aquí dentro el tiempo pasa más despacio, me dijo un viejo camarero, aunque se envejece igual, lamentó mostrándome sus manos arrugadas. No es malo envejecer, dije yo. Es una putada, pero es mejor que morirse, respondió él. Me quedé a vivir allí durante un tiempo, no sabría precisar si fue mucho o poco porque las semanas eran una sola noche gigantesca. Un día me desperté y el sol entraba por la ventana. Bajé al bar y lo encontré cerrado. El viejo ha muerto, me dijeron. Desde entonces no ha vuelto a anochecer y en la Calle del Sol siempre es de dí

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