miércoles, 18 de noviembre de 2009

103.- VERGÜENZA
Si el tipo que está acodado en la barra fuera como los demás, no me habría inquietado. Me pasa todos los días, no sé si porque mis noventa, sesenta , noventa les altera las glándulas salivares y segregan el triple de testosterona o porque babean sin poder remediarlo ante unas faldas cortas imaginando lo que hay debajo.
Hoy he sentido esos ojos taladrándome por dentro, intentando adivinar dónde escondo el tatuaje, el color del tanga, pero sobre todo, había en ellos un deseo de quedarse en los míos para siempre. He intentado mantener firme la mirada, aparentar una seguridad que se estaba desvaneciendo en el aire, hasta que la vergüenza se me ha apoderado. Nadie cabe dentro de mi corazón, al menos mientras la voz suene grave, las manos amenacen y a mí me tiemblen las rodillas al recordar.

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