jueves, 19 de noviembre de 2009

185.- Sin título
La primera vez que escuché cantar a Javier Bergia no había cenado, llovía fuera del Rubicón, y casi al final del concierto tu hermana me llamó por teléfono para decirme que te acababas de matar en un accidente de tráfico. El volumen de Aquellos años verdes me impidió tomar nota del número de la sala del tanatorio en el que esa noche iban a velar tu cuerpo, así que opté por la decisión más difícil: esperé que Javier terminara su segundo bis ¬¬—no quería molestar¬¬—, me levanté muy despacio de la silla, respiré hondo mientras recordaba algunas de las cosas que había olvidado para siempre, me acerqué a la barra, pedí otro mojito [papel y bolígrafo, por favor], y me puse a escribir las notas para un microrrelato que al día siguiente envié a un concurso de mala muerte al que nunca debería haberme presentado.

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