jueves, 19 de noviembre de 2009

190.- DISFRACES
Fue a buscarla al bar. La vio. Bella, imprecisa, inalcanzable.
Se conocían: directora y actor en la escuela de teatro.
-¿Puedo…-dijo él.
Ella asintió y esperó. Cuando él empezó a hablar, ella cerró los ojos.
- Creí que la única belleza que no dolía era la de las palabras: me equivocaba. Pensé que la belleza que más dolía era la de los silencios: me equivocaba. No me duele lo vulgar y cuando soy vulgar no sufro. Sólo si me acerco a ella tanto que pueda rozar sus espinas muero. He muerto muchas veces y sigo muriendo. No me canso de morir, porque sé que es la única forma de vivir. Dejar de morir es dejar de vivir, y entonces prefiero la muerte a una vida sin vida…
Ella, atrapada en la realidad de sus sentimientos, deseó con dolor que muriera la ficción.
-El papel es tuyo. –dijo llorando invisiblemente.

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