miércoles, 11 de noviembre de 2009

5.- Sin título
Las mesas ya estaban vacías cuando Selene se dispuso a cerrar el bar. Miró por última vez que todo estuviera en su sitio antes de bajar la persiana metálica. El sol se comenzaba a vislumbrar entre los tejados. Cuando llegó a su casa, la negritud de la noche se había despejado del todo. Se comenzó a desnudar para meterse en la cama, cuando oyó el murmullo de los vecinos. Una pareja de unos cincuenta años, que discutían por dinero. Selene recordó que nunca tuvo una relación que durara más de una noche. Solo los hombres que huían de su pasado la veían, siempre al fondo de la barra, con un cigarro entre sus labios. Subterfugio de quienes viven mentiras. Esa misma noche su sueño se hizo eterno, desnuda en su cama el tiempo se paro; mientras el aire de la calle arrullaba su piel. Todo lo que dejó fue un olor a azahar en las sabanas y cartas viejas de amor.

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