miércoles, 18 de noviembre de 2009

95.- BAR MAN
Sabía que más pronto que tarde aparecerían por aquí. Vinieron acompañando los restos de mi capitán.De la brigada estuvieron Antón y Juanes. Parece que nos les cabía en la cabeza que un antiguo compañero hubiese abierto un bar en el cementerio. Hablamos de los viejos tiempos, de cuando se me escapó el tiro, y la puta suerte que el chaval muriera en Nochebuena. Entonces yo todavía no era un borracho, o no del todo. El capitán me apartó del servicio y me retiraron el arma, "por tu bién", decían.
Para tener mala suerte primero es preciso haberla tenido buena. Un verdadero desgraciado no conoce la mala suerte. Uno no conoce su higado y, sin embargo, sabe que lo lleva dentro.
El abogado basó la defensa en mi alcoholismo; así supimos que son las botellas las que eligen a los borrachos.

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