jueves, 12 de noviembre de 2009

15.- La dama del bar
Al sonar los primeros acordes del tema comenzó a dar botes sincopados sobre el taburete del bar,
moviendo espasmódicamente la cabeza, dejando que su melena, pegajosa por el sudor y el humo, se adhiriera en pringosos mechones al maquillaje ajado. El camarero la observó incrédulo, preguntándose qué personal ritmo interno seguía aquella mujer para bambolearse de tal forma, preocupado por laparroquia que, espantada, había enmudecido para volver su atención a aquel esperpento cuyo graznido lograba eclipsar el resto de las conversaciones del local. Tal fue el silencio que se hizo que ella misma debió percibir algo extraño en la atmósfera, pues cesó el canto.
Miró en derredor al personal que la observaba anonadado, hizo un despectivo ademán con la mano:
- Mucha república, mucha anarquía, mucho pijo alternativo, pero en el fondo sois todos unos opresores que no me dejáis expresar libremente. ¡Reprimidos! ¡Opresores!
Y se cayó del taburete.

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