jueves, 12 de noviembre de 2009

26.- MAMÁ
A mamá siempre le sentaron bien las flores y mal el maquillaje. La he reconocido de inmediato, en un receso del congreso que me trajo a la ciudad. Uno de mis colegas señaló el fortuito cartel: “Observen cómo los signos de la ictericia en el rostro delatan su vicio. Pero miren esos brazos, parecen de muñeca”.
Es verdad. Mamá nunca desgastó sus extremidades en trabajos caseros. Antes de que los efectos de la bebida arrasasen mi infancia, se parapetaba tras su delicada salud. “Estos mareos míos son una calamidad”. Papá cargaba con aquella mentira y se ocupaba de todo. Un día le entregó una bolsa llena de dinero y ella desapareció para siempre.
Ahora mis colegas charlan sobre otras patologías. Pero la imagen de mamá en el cartel me inquieta. Al parecer, su pose de borracha debe servir de inspiración. ¿Debería yo presentarme al concurso?

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