29.- KAFOUNTINE I
Parece una postal turística insólita.
Tumbado, un animal gris, culón, la cornamenta en cuarto creciente, perfecta simetría apuntando al cielo.
Coronado con nombre de ciudad, por la fotógrafa, como un rey de la selva, tal vez sagrado, de espaldas a las miradas que suscita, con ensimismamiento budista.
Contempla una luz perlada, cercana a la bruma. No parece intimidarle la marea. Se ofrece como un altar de calma.
Está solo en una playa fría, a una hora ambigua, sin rastro de sol.
Parece ocultar los secretos de Senegal.
¿Esta trise?,¿ se pregunta que hago aquí?, ¿va todos los días a escuchar el mar.
Es uno de los nuestros?.
Parece una postal turística insólita.
Tumbado, un animal gris, culón, la cornamenta en cuarto creciente, perfecta simetría apuntando al cielo.
Coronado con nombre de ciudad, por la fotógrafa, como un rey de la selva, tal vez sagrado, de espaldas a las miradas que suscita, con ensimismamiento budista.
Contempla una luz perlada, cercana a la bruma. No parece intimidarle la marea. Se ofrece como un altar de calma.
Está solo en una playa fría, a una hora ambigua, sin rastro de sol.
Parece ocultar los secretos de Senegal.
¿Esta trise?,¿ se pregunta que hago aquí?, ¿va todos los días a escuchar el mar.
Es uno de los nuestros?.
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