jueves, 12 de noviembre de 2009

33.- Sin título
Desde que llegó allí lo había imaginado. Él vendría, llamaría, conocería su vida en aquella ciudad. Estarían juntos.
Con el paso del tiempo desistió, sabía que eso no sucedería jamás por lo que relegó su visión a la de sus sueños. Soñaba pues, todo lo que sabía que no podía suceder, con millones de detalles, de palabras, de caricias.
Sentada en el café pensaba en los días anteriores. Él había estado allí.
Meditaba dando pequeños sorbos, reflexionando acerca de cuanto se parecía lo vivido a sus sueños, preguntándose si sólo había sido eso, algo producto de su imaginación.
Miró hacia la puerta, gotas de lluvia resonaban con fuerza en ella e instintivamente sonrió y se dio cuenta del lugar en el que estaba y de la persona que la saludaba desde la esquina, aquella con la que no la hacía falta soñar porque sabía con certeza que era una realidad.

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