lunes, 16 de noviembre de 2009

49.- Rozando el atrevimiento”
Fíjate en esta arruga querido, atraviesa mi frente sin ningún tipo de osadía hacia la vida.
Aquel pequeño niño con voz temblorosa logró pronunciar:
-¿Qué miras? El abuelo levantó la mirada del vaso que sujetaba sus manos.
Se sentía incómodo.
Una nube de humo acariciaba la sonrojada barra. Escasos rayos de sol cortejaban a las copas balanceando sus irregulares licores.
El abuelo respiró ante probablemente la que fuera la añorable conversación que su nieto retendría en su memoria.
-¿Hasta que cifra serías capaz de contar?
El pequeño se encogió de hombros.
-¿Hasta cien, hasta mil?
Ojalá mi niño. Lo importante, lo profundo del día a día, no lo vas a encontrar en ninguna lección de ningún libro.
Hubo unos segundos de silencio, el aliento del abuelo envolvía el ambiente. La contrariedad del inexistente pestañeo del crío colmó el vaso de aquella gota

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