lunes, 16 de noviembre de 2009

53.- Soy una mesa vacía
Soy una mesa vacía. Mi trabajo es esperar personas. Me encantan los enamorados. Se pasan horas acariciándome sin advertirlo, mientras rozan sus manos y se murmuran palabras bonitas. Los hombres de negocios me alteran. Tamborilean sus dedos sobre mí, insistentemente y a veces hasta me golpean. Las mujeres abandonadas me entristecen. Me ahogan con lágrimas y me hacen ver cada vez más vieja. ¿Y los niños? Uf… los niños me escriben, me tallan, me manchan. En fin, no se le puede pedir a un niño que no sea niño… ¿verdad?
El momento que más disfruto es la madrugada, porque el bar se cierra. Cuando casi no queda nadie, invento historias. Siempre son de amor. He intentado con algunas poesías, pero me cuestan las rimas… para los versos soy de madera. Soy una mesa vacía y enamorada del sol… que me besa de día y me ignora por la noche.


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