lunes, 16 de noviembre de 2009

54.- Baños de Ola
La desierta calle estaba aún completamente inundada. Nadie. No había nadie alrededor, excepto el silencio y la soledad. La ciudad devastada por la terrible ola había quedado sembrada de cadáveres. Todas las calles que estaban a menos de doscientos metros de distancia de la bahía se habían convertido en un cementerio de ahogados y coches destruidos.
Nadie lo había imaginado. Cómo podía haber ocurrido algo así, aquí…en nuestra tranquila ciudad, alejada y ajena a todo tipo de peligros semejantes. Me di cuenta de que se trataba una catástrofe sin precedentes, mucho más desastrosa que el incendio que asoló la ciudad en 1941. Conseguí subir hasta el lugar más alto del edificio. Desde la buhardilla del viejo piso de la calle de Sol miré de nuevo hacia la bahía y me sobrecogí. No era posible, Una ola mucho mayor que la anterior se levantaba de nuevo sobre el mar.

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