lunes, 16 de noviembre de 2009

61.- CON EL SUDOR DE SU FRENTE
Un octogenario de la calle del Sol que yacía en su lecho de muerte llamó al abogado con quien yo trabajaba para redactar su testamento. Yo le acompañe para servir de testigo.
-A mi hijo Jaime, como prueba de mi amor paternal, le dejo diez mil euros,
-- comenzó el anciano --. A mi hijo Juan, la misma cantidad, y a cada uno de mis ocho nietos les dejo mil euros…
El abogado le interrumpió:
-Un momento, señor Roberto: su capital no alcanza más que a tres mil euros. ¿ Cómo quiere usted que sus beneficiarios vayan a heredar todo ese dinero ?
El señor Roberto se sentó en su lecho indignado.
-¿ Heredarlo ? – gritó --. ¡ Qué lo ganen trabajando, igual que lo hice yo. !

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