62.- CULPA MIA
Por una de las calles más congestionadas de Santander, la calle Sol, pasaba una mujer en su coche, tocando la bocina alegremente, hasta que fue a chocar con el nuevo descapotable del señor Jordán. Mientras desenredaban los parachoques, dijo la señora, un poco de mala gana:
-Creo que todo fue culpa mía.
-Nada de eso – dijo el señor Jordán, inclinándose galantemente --. Le aseguro que
la culpa es enteramente mía. La vi a usted a tres manzanas de distancia y tuve bastante tiempo para irme por una de las calles laterales.
Por una de las calles más congestionadas de Santander, la calle Sol, pasaba una mujer en su coche, tocando la bocina alegremente, hasta que fue a chocar con el nuevo descapotable del señor Jordán. Mientras desenredaban los parachoques, dijo la señora, un poco de mala gana:
-Creo que todo fue culpa mía.
-Nada de eso – dijo el señor Jordán, inclinándose galantemente --. Le aseguro que
la culpa es enteramente mía. La vi a usted a tres manzanas de distancia y tuve bastante tiempo para irme por una de las calles laterales.
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