lunes, 16 de noviembre de 2009

69.- Sol vs. Lluvia.
Mi madre me contaba de niña que cuando llueve durante un largo periodo de tiempo, la lluvia se filtra en las paredes, empapa nuestros cuerpos y acaba desbordándose por los ojos. Cuando eso ocurría, nosotras poseíamos la solución infalible, un chocolate caliente y unas crepes, que a menudo terminaban como soles pegados al techo. La sensación era increíble.
Al crecer, el efecto desapareció como por arte de magia, pero el agua seguía cayendo ahí fuera. Una tarde de aguacero fui a refugiarme en un bar y al entrar comprendí porque a ese lugar nunca le daba la luz de sol. Su luz estaba en las paredes, en los ojos de la gente que se encontraba allí, en cada recóndito lugar de aquel local y, de repente, las huellas de mi niñez se removieron en mi interior y encontré una nueva barrera de contención para aquellas lágrimas difíciles de vencer.

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