lunes, 16 de noviembre de 2009

63.- Roser y sus dos mundos de ficción
Yo nunca quise tener una casa, ni un jardín dónde plantar y cuidar mis rosales, ni un hombre que me acompañase los días de lluvia. Y mi sueño se cumplió. Vivo en un apartamento alquilado en la calle del Sol, tengo una maceta en el balcón con un geranio alegre, y no recuerdo la última vez que los cristales se humedecieron con la lluvia. Hoy cumplo años, siento que necesito encontrar con urgencia tierra mojada y fértil bajo mis pies, pero una impertinente sequía de abrazos, me ha regalado una docena de rosas y un vodka con limón. Al caer la tarde, he cerrado los ojos y he imaginado que un amor cualquiera me protegería del frío y de la soledad. Y a mí que, nunca me gustaron las flores, me llamaron Roser, y crecí en una casa heredada con un gran jardín y un abrigo de rosas, esperándome.

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