66.- El viejo corsé
A vista de pájaro las reflexiones que no varían deben ser bebidas. Refugiándome en el bucle con aristas de una birra, volví al maná echando humo por todos mis huecos. Nada de Sol, no me hables más de Carmen, adoquina mi asfalto para que no pueda esconderme entre ruedas. El trenzado de bares, el corsé de vientre hinchado, desde que cruzabas el Rubicón hasta que las Reinas del Colilla te preparaban para tu confesión definitiva en la iglesia. Todo ha cambiado. El nuevo pavimento libera los gozos y muestra diáfanas las penas que antes calaban barricadas. Ahora, más limpios, sin respiración cuatrera, dejaremos el misticismo para Sta. Teresa, quien sabe si ahora quizá, como en Cañadío, salgamos a la calle a compartir nuestros sueños… Y oigamos los cantos de sirena
A vista de pájaro las reflexiones que no varían deben ser bebidas. Refugiándome en el bucle con aristas de una birra, volví al maná echando humo por todos mis huecos. Nada de Sol, no me hables más de Carmen, adoquina mi asfalto para que no pueda esconderme entre ruedas. El trenzado de bares, el corsé de vientre hinchado, desde que cruzabas el Rubicón hasta que las Reinas del Colilla te preparaban para tu confesión definitiva en la iglesia. Todo ha cambiado. El nuevo pavimento libera los gozos y muestra diáfanas las penas que antes calaban barricadas. Ahora, más limpios, sin respiración cuatrera, dejaremos el misticismo para Sta. Teresa, quien sabe si ahora quizá, como en Cañadío, salgamos a la calle a compartir nuestros sueños… Y oigamos los cantos de sirena
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