lunes, 16 de noviembre de 2009

85.- Tornasol duerme
“Un último retoque por aquí, otro por allá, y está terminado”. Guardó el trapo en el armario y se volvió para contemplar su obra recién acabada.
Todo brillaba, refulgía a la luz de los primeros rayos de sol que empezaban a entrar por la ventana.
Sentía una mezcla de satisfacción, por el trabajo correctamente hecho, y de tristeza, porque sabía que nadie iba a apreciarlo como se merecía. Pero eran muchos años realizando esa labor, ya estaba acostumbrada y, en realidad, casi había dejado de molestarle.
De todos modos, a nadie le gusta ver cómo diariamente su esfuerzo es pasado por alto y es pisoteado, ajado y manoseado sin ningún reparo.
Y antes de abrir el establecimiento, ya se había marchado: no quería estar presente cuando los clientes comenzaran a ensuciar aquel bar que ella, con tanto cariño, había dejado como los chorros del oro.

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